Viajar no es solo moverse de un sitio a otro. Es mirar, escuchar, probar, equivocarse, entender…
Durante estos años he tenido la suerte de visitar más de 20 países que me han transformado. No solo como viajero, también como persona. Cada lugar, cada cultura y cada conversación me ha dejado algo que me acompaña allá donde vaya.
Por eso, hoy quiero compartir con vosotros un pequeño resumen de los países que me han marcado, y más adelante, iré contando historias, anécdotas y aprendizajes más en detalle, país por país. Porque cada uno merece su espacio.
Alemania (Berlín)
Una ciudad que me enseñó que el pasado se puede honrar sin dejar de mirar al futuro. Berlín respira arte, historia y libertad.
Reino Unido (Londres)
El caos organizado, la mezcla perfecta entre tradición y modernidad. Aquí aprendí a disfrutar del ritmo frenético sin perderme a mí mismo.
Francia (París)
Belleza en cada esquina. Aprendí a ver el arte en lo cotidiano, a saborear los momentos como un buen vino.
Italia (Roma…)
Pisar Roma es como caminar por un museo vivo. Me enseñó a valorar la historia que llevamos encima… y a amar la comida con pasión.
Polonia
Fortaleza, memoria y calidez. Un país que me sorprendió con su profundidad y su gente.
Países Bajos
Bicis, canales y libertad. Allí comprendí lo que es vivir con equilibrio, sin dejar de moverse nunca.
Grecia
Donde los mitos se mezclan con la realidad. Aprendí que la hospitalidad griega no es un tópico, es una forma de vida.
Bélgica
Chocolate, cerveza, arte y contradicciones. Me enseñó a disfrutar de los detalles.
República Checa
Un cuento de hadas con cerveza artesanal. En Praga comprendí que lo mágico existe si sabes mirar bien.
Portugal
Fado, mar y saudade. Un país que te abraza con melancolía y te deja huella sin hacer ruido.
Hungría
Budapest me enseñó a relajarme en sus aguas termales y a entender la belleza que surge de los contrastes.
Austria
Montañas, música y orden. Aprendí a disfrutar del silencio y la elegancia de lo simple.
Noruega
Naturaleza abrumadora y calma total. Allí comprendí lo pequeño que somos y lo grande que es el mundo.
Irlanda
Verde eterno, acantilados y sonrisas. Aprendí que la alegría puede estar incluso en los días grises.
Marruecos
Mi primer gran choque cultural. Aquí aprendí a mirar sin juicio y a dejarme llevar por los sentidos.
Tailandia
Espiritualidad, sabores y sonrisas. Descubrí el valor de la calma y el poder del presente.
Malasia
Diversidad total. Una mezcla de culturas que me enseñó que la convivencia es posible… y deliciosa.
México
Corazón gigante. Aquí aprendí que la vida y la muerte bailan juntas… y que el picante es cosa seria.
Costa Rica
“Pura vida”. Dos palabras que se convirtieron en mantra. Aprendí que menos es más, siempre.
Indonesia
Volcanes, arrozales y rituales. Me enseñó a respetar el ritmo de la tierra y las tradiciones.
Egipto
Historia viva, misterio y fuerza. Aquí sentí el peso del tiempo y la energía de algo eterno.
Cada uno de estos países me ha dejado algo. Un sabor, un recuerdo, una conversación, un cambio.
Y eso es lo que iré compartiendo con vosotros en futuras entradas del blog: viajes contados desde dentro, con alma, aprendizajes y alguna que otra anécdota que seguro os sacará una sonrisa.
Gracias por estar ahí. Nos seguimos leyendo.