Esta historia no empieza con un plan de empresa ni con una hoja de Excel.
Empieza con una idea que llevaba mucho tiempo gestándose en la cabeza de un chaval que tenía muy claro lo que quería: crear algo propio, algo que tuviera alma, algo que le permitiera vivir de lo que más le apasiona… y hacer que otras personas también pudieran vivirlo.
Desde joven, tuve claro que no quería un trabajo cualquiera. Quería construir algo que convirtiera mis sueños en los de los demás.
Un proyecto que no solo fuera una empresa, sino una manera de compartir experiencias reales, intensas, inolvidables.
Y entonces, el destino (o el karma, o lo que fuera) me cruzó con Carlos.
Sí, otro Carlos. Le conté la idea casi sin filtros, tal y como me nacía. Y sin pensárselo dos veces, se subió al carro. Así, sin miedo y con toda la ilusión del mundo.
Pasamos semanas soñando, planeando, escribiendo ideas en servilletas, repasando mapas y pensando cómo íbamos a montar todo.
Pero lo que parecía más sencillo terminó siendo lo más complicado:
¿Cómo llamamos a esto?
Fue una noche cualquiera, con dos buenas amigas, unas cuantas cervezas y una tormenta de ideas tan caótica como brillante, cuando de pronto saltó la chispa.
Entre risas y frases sueltas, solté algo así como:
"Pero… ¿qué coño queremos? ¡Queremos exprimir la vida, exprimir cada momento, aprovechar al máximo cada experiencia!"
Hubo un segundo de silencio. Y luego, miradas de “¡lo tenemos!”.
Solo faltaba darle un toque más internacional.
SQUEEZE IT.
Sí, eso era. Exprimirlo. Todo.
Con una idea, una conversación, y muchas ganas de crear algo diferente.
Hoy, SqueezeIt es mucho más que un nombre. Es un movimiento. Una forma de entender los viajes, las personas, las emociones, el presente.
Es vivir con intensidad. Es conectar con lo auténtico.
Es no dejar que nada se te escape.
Gracias por estar aquí.
Gracias por exprimir la vida con nosotros.